El auto-respeto y la humildad se comportan como nuestro escudo de protección espiritual. Nos liberan de las influencias sutiles del ego limitado.
A medida que recorremos la senda del progreso espiritual, es muy importante tomar conciencia de la presencia de la arrogancia sutil.
En la conciencia del alma, podemos aceptar la corrección y las señales que otros nos den como un medio para progresar y somos capaces de tolerar y aceptar la crítica. A la vez, no nos dejamos influenciar por la alabanza.
Absorbiendo estas dos virtudes en nuestra vida podremos ser instrumentos para transmitir una experiencia espiritual a los demás, a través de nuestras palabras, de nuestras acciones, de nuestra manera de interactuar. Si estas dos virtudes están presentes y estables en nuestra vida, podemos entender que estamos desarrollando poder interior y fortaleza espiritual.